mar plana

El jueves por la tarde zarpamos de Badalona con una previsión meteorológica favorable, una tripulación muy motivada y el velero Onas a punto y cargado de comida, agua y combustible para celebrar la Semana Santa navegando hasta la Costa Brava. Una vez hechas las explicaciones necesarias de maniobra y seguridad izamos y trimamos las velas y pusimos rumbo al norte con un viento de garbí ya en amainando. Como Jesús y sus discípulos esa misma noche, cenamos y repartimos santamente pan y vino, ahorrándonos, sin embargo, las declaraciones solemnes. Sólo sorteamos las guardias, algunos fuimos a dormir y otros salieron a la bañera a vigilar las velas, el tráfico marítimo y la costa del Maresme.

Salpem Costa Brava
navegació nocturnes
cenyida cap de Creus

A primera hora de la mañana del Viernes Santo pasamos el cabo Norfeu, arriamos velas y anclamos en cala Guillola, majestuosa y prácticamente desierta en esta época del año. Mientras en Jerusalén, hace dos mil años, las autoridades judías presionaban a Poncio Pilato, gobernador romano de Judea, para que condenara a Jesús, nosotros nos poníamos como Quico desayunando en la bañera con unas vistas fantásticas y un sol despampanante.

A pesar de la previsión de tramontana, moderada, para el día siguiente decidiremos dejar atrás el “Mar de Avall” e ir a pasar la noche en el Port de la Selva. El día de la crucifixión de Jesús navegamos las escasas millas que nos separaban del mítico cabo de Creus. Hubiera ido muy bien para este relato que el nombre tuviera algo que ver con el símbolo de los cristianos, pero es un toponímico de origen íbero (Caput Ker: el cabo de las rocas). Sea como sea, anclamos en la fantástica y salvaje cala Tavellera donde pasamos la tarde holgazaneando. Cenamos una fideuá cocinada a bordo, bien amarrados en el Port de la Selva y, a pesar de la tristeza por la muerte de nuestro señor, creo que todos dormimos como troncos.

El Sábado de Dolor entró la tramontana y una marejada que nos sacudió un poco  hasta el cabo, pero una vez pasado, soltamos escotas y el Onas salió disparado, viento en popa, rumbo al sur. Me sabía mal estar tan contento en una fecha así, pero hay pocas cosas mejores que doblar el cabo de Creus con una tramontana fresca por la aleta, un buen velero bajo los pies y una tripulación feliz y bien amarinada. Trasluchamos sucesivamente cerca de las islas Medes, del cabo Negre y de las Formigues, navegando muy rápidos hasta recalar en la cala del Castell, cerca de Palamós, bien protegida de los vientos del norte y felizmente preservada de la especulación urbanística por la lucha popular. Estábamos casi solos, pudimos fondear cerca de la playa y los pinos, bajo el antiguo poblado Ibero y cocinamos un muy adecuado “mar i muntanya”, albóndigas con sepia, típicas de la cocina de la Costa Brava.

cala Tavallera Costa Brava
cenyida Cap de Creus, Costa Brava
Illes Medes al través

El domingo de Gloria nos levantamos descansados, ¡que bien dormimos fondeados!!, felices por la resurrección del nazareno pero resignados cristianamente a un pronóstico meteorológico de escaso viento. Después de desayunar tranquilamente en aquel entorno paradisíaco levantamos ancla y pusimos proa al sur. Durante todo el día navegamos plácidamente a los pies de los grandes acantilados, contemplando el mar como una balsa de aceite, los bosques de pinos y encinas del macizo de las Gavarres y tratando de obviar despropósitos urbanísticos como Platja d’Aro o Lloret de Mar, entre otros. Amarramos en el Puerto de Blanes a primera hora de la tarde, muy animado en estas fechas, con tiempo para dar un paseo por el bonito pueblo de pescadores, contemplar los notables exvotos marineros de la capilla de la Esperanza y comprar un poco de pan , fruta y buñuelos de cuaresma.

al día siguiente, el último día de estas santas vacaciones dejamos atrás la Costa Brava, pasamos de nuevo la Tordera y navegamos cerca de las largas playas Maresme. La mañana fue fresca y nublada, sin ningún viento pero hacia mediodía salió el sol y se entabló un viento de garbí muy ligero que nos permitió navegar a la vela, poco a poco, bordo a bordo, degustar la tradicional mona de pascua con penachos, huevos de chocolate y pollitos y recalar en Badalona a la hora prevista. Contentos de haber compartido un bello viaje con nuevos y viejos tripulantes, de gozar del mar y el viento y de la vida a bordo del velero, desconectados por unos días, de las preocupaciones cotidianas. Gracias!!

Nit a l'Àncora
Costa Brava
cremat costa brava