A mediados de septiembre, después de tres meses navegando por el mar Egeo había que preparar la travesía de regreso. El otoño se acercaba, los días se acortan y las distancias que había que navegar eran grandes. Como el tiempo en otoño es más variable que en pleno verano, hay más posibilidades de temporales y chubascos, consultamos con mucho cuidado las previsiones meteorológicas y las cartas náuticas para elegir la derrota más adecuada para recalar, puntuales, el día 30 en Roma.
Una vez instalada la tripulación a bordo hicimos nuestra última cenar en el Arlekin, la taberna que ha sido nuestro refugio las noches de cambio de grupo. A la mañana zarpamos rumbo al estrecho de Corinto y por la noche pasamos, viento en popa, bajo el gran puente de Patrás con marejada e intenso tráfico de mercantes. Navegamos hasta Zakinthos y en poco más de 24 horas habíamos llegado al Mar Jónico.
Después de una vuelta en coche por la isla para ver la famosa bahía Navagio (naufragio en griego) donde hay un mercante embarrancado en la arena blanca de la playa, salimos al día siguiente hacia Italia. Teníamos que continuar avanzando rápido porque la meteo anunciaba borrascas para los próximos días.
El viento de componente Norte nos permitió navegar un par de días a vela entre la ceñida y el través y las nubes no nos impidieron disfrutar de los bonitos atardeceres y amaneceres. Tras una sorprendente role del viento entramos en el puertecito de Roccella Iónica a tiempo para evitar los primero chubascos que nos anunciaban que ya estábamos en otoño. Este pequeño pueblo nos recibió con mal tiempo pero con buena cara. Llegamos en el momento justo para celebrar el día de la virgen local con conciertos, fuegos y procesión incluidos. Nos pudimos unir a las celebraciones en honor a la virgen, y a los gritos de ¡VIVA MARIA!, vimos como los mozos del pueblo corrían hasta la iglesia con la imagen de la virgen a hombros. Visitamos el castillo y como el tiempo no acompañaba a la navegación aprovechamos para visitar la Calabria en coche que nos sorprendió gratamente con sus pueblos medievales amurallados y su paisaje montañoso.
Después de unos días de «relax» terrestre en que no paramos quietos porque el grupo era muy entusiasta y animado, retomamos la navegación hacia el estrecho de Messina. Navegamos hasta las Islas Eólicas y recalamos en Salina y Vulcano donde pudimos hacer bonitas excursiones por sus montañas y cráteres.
Aprovechando las «ventanas meteorológicas» continuamos la travesía hacia el norte con tiempo plenamente otoñal y vientos intensos que nos obligaron a rizar la mayor y navegar a menudo con trinqueta. Después de cruzar el Golfo de Nápoles fondeamos en Procida, una de nuestras islas preferidas del Mediterráneo, con un auténtico puerto de pescadores en cala Coriccella. Desde allí aprovechamos para hacer una excursión a las impresionantes ruinas de Pompeya.
Zarpamos de madrugada de Procida la noche del eclipse total de luna, que pudimos contemplar bastante rato a pesar de las nubes. Navegamos hacia el norte con fuertes vientos de levante y mar calma hasta Nettuno donde llovió, una vez amarrados, a cántaros. En la última singladura de este viaje, hasta Roma, tuvimos calmas pero pescamos ocho caballas.
La travesía de Roma en Badalona hicimos a toda prisa: el anticiclón de las Azores, débil y fuera de su posición habitual permitía el paso continuo de bajas presiones. Aprovechando las pequeñas ventanas entre borrasca y borrasca llegamos el día 17 de octubre en casa….
Este año dedicaremos los meses de invierno a hacer algunas mejoras importantes como la redistribución de la cabina de popa, ampliar la capacidad de agua y hacer un segundo lavabo para que el Onas esté más confortable que nunca.
Ya está en la web el programa para esta primavera y pronto colgaremos el programa completo de 2016