Hace varias décadas que visité Sicilia por primera vez. Como casi todo el mundo llegaba a la isla más grande del Mediterráneo cargado de prejuicios y tópicos. Sicilia está tan cargada de Historia, leyenda, literatura y mitos cinematográficos que casi nadie llega sin una idea preconcebida de lo que encontrará.
En aquella ocasión
recalamos en Palermo después de una larga travesía desde las Islas Baleares. A primera hora de la mañana entrábamos en la Cala buscando un amarre libre entre los numerosos pantalanes particulares. Dejé por estribor una garrafa de agua que parecía estar fondeada en las negras aguas del puerto, hasta que nos señalaron un lugar libre. Unas horas más tarde, atraído por los gritos, me acerqué al varadero. La grúa estaba sacando del agua un velero que había topado con algo y que casi se hundía … «questo imbecille romano che non ha visto la nave affondata» … No me fue posible aclararlo, pero sospecho que la garrafa marcaba la nave hundida (ya no está, la retiraron hace años). bienvenido en Sicilia!

Después, hemos pasado por Sicilia muchas veces. Casi cada año
hacemos allí varias escalas con nuestro velero, el Onas, en las travesías de ida y vuelta del Mediterráneo Oriental. Conocemos casi todos sus puertos, muchos fondeaderos y hemos recorrido todas sus costas e islas. En nuestras recaladas, por gusto o forzados por la meteorología, hemos hecho excursiones por sus montañas, visitado muchas de las ruinas y maravillas arquitectónicas de la isla y disfrutado de su exuberante gastronomía. El dramatismo de la naturaleza, la presencia de la Historia en cualquier rincón y el color de los mercados ha cumplido con creces las expectativas de aquel primer viaje, pero Sicilia es mucho más que una postal.

Sobre todo me gusta Sicilia porque es un lugar donde pasan cosas. Sólo hay que sentarse en la terraza de un café para ver cómo pasa la vida y terminar participando activamente en ella, tener charlas interesantes o divertidas con desconocidos o vivir situaciones inesperadas. Hay que dejarse llevar. La Sicilia más cutre y tópica va desapareciendo poco a poco pero la cordialidad proverbial de sus habitantes se mantiene intacta.

Me encantaba también el viejo Shangai, un tugurio en un primer piso cerca del mercado de Palermo donde comí una de las mejores “pasta con le sarde” que jamás he probado. No había carteles, alguien tenía que llevarte. Subías unas estrechas y desvencijadas escaleras y aparecías en lo que a todas luces parecía un prostíbulo. Invariablemente la gruesa propietaria te echaba una bronca descomunal y nos hacía pasar a la gran terraza sobre la plaza donde recitaba, a toda velocidad y en Siciliano, el menú de esa noche. Daba igual, ella decidía lo que debíamos comer cada uno y casi siempre acertaba. Este peculiar restaurante desapareció ya, pero hay otras trattorias en Vucciria donde comer bien.


Uno de los tópicos más recurrentes de Sicilia, la mafia, no tiene
demasiada visibilidad pública para decepción de muchos visitantes. Aunque la mafia es hoy en día una siniestra organización criminal ha sido históricamente un «sistema» (así la llaman) de funcionamiento, paralelo al oficial, de relaciones personales y familiares para sobrellevar administraciones inoperantes, corruptas y lejanas.
En una ocasión llegamos a un puerto Siciliano, público y gratuito. Había pocos espacios libres, elegí el más grande, dejamos caer el
ancla a distancia suficiente y amarramos de popa. Una vez terminada la maniobra se me acercó el ormeggiatore (entrañable e irregular figura de los puertos meridionales) para notificarnos que estaba esperando un yate grande y que nos teníamos que mover a otro lugar …
-ma, questo è u
n porto publico
Ti Sto dicendo bene, capiti?
Lo entendí perfectamente. Deshicimos la maniobra y amarra
mos en otro lugar, algo más pequeño. Esta vez se nos acercó la «Guardia Costiera» para notificarnos que podíamos amarrar libremente donde quisiéramos, ellos estaban allí para garantizarlo. Les aclaré que nos habíamos movido por propia voluntad y que no tenía nada que denunciar.
El ormeggiatore, que no había perdido detalle, me vino a abrazar y susurrar
me «amici per sempre» … si alguna vez necesitaba algo en esa zona sólo tenía que pedirselo … El «sistema» funciona.


Este año el Onas pasará buena parte del verano navegando en periplos de ocho días p
or la costa NW de Sicilia entre Trapani y Palermo, una costa que conocemos muy bien.
Las bellísimas islas Egadi son un grupo de tres pequeñas islas habitadas (Favignana, M
aretimo y Levanzo) y algunos islotes menores dentro de la reserva marítima más grande de Italia. Navegaremos a vela entre isla e isla, fondearemos en calas de aguas cristalinas como Cala Rossa en Favignana o Cala Minnola en Levanzo para disfrutar del baño y pasar la noche bajo las estrellas. Pasearemos por la remota y abrupta isla de Maretimo donde se vuelven a ver focas monje y saborearemos la tranquilidad de las pequeñas poblaciones de cada isla.
En Sicilia iremos a las hermosas calas de la Reserva del Zingaro, recalaremos
en Castellamare, pequeño pueblo colgado sobre la bahía y esperaremos el retorno de las barcas de pesca en San Vito lo Capo. Podremos hacer excursiones al templo griego de Segesta o la villa medieval de Erice y visitaremos las Históricas poblaciones de Trapani y Palermo. En otoño realizaremos la travesía de regreso con escalas probables en Cerdeña y Menorca, hasta llegar a Barcelona donde pasaremos el invierno.

Y el año que viene volveremos a emprender la ruta hacia levante, si Dios quiere con un mistral benévolo, volveremos a recalar en algún lugar de Sicilia de camino hacia Grecia o Croacia con renovadas ganas de probar el cuscús de pescado, pasear por destartalado barrio de Vucciria, en Palermo, o bañarnos en las calas de las islas Egadi. Sicilia continuará siendo una importante encrucijada de nuestra rutas mediterráneas, nos queda mucho por descubrir y seguirá sorprendiéndonos.
Toni Casas