
«…A Grecia, cuna de tantas cosas, nunca se va, sino que siempre se vuelve…»
Carles Riba
Hace un par de años queríamos dar la vuelta completa a Grecia pero la pandemia trastocó estos planes obligándonos a elegir opciones más caseras y prudentes. Así pues, las dos últimas temporadas hemos navegado en las islas Baleares.. Durante años di la vuelta a Menorca, una semana tras otra, toda la temporada. Hubiera sido fácil no complicarse la vida, pero tenía ganas de hacer millas e ir más allá del horizonte. He atravesado el océano Atlántico bastantes veces y conozco muy bien el Caribe pero lo que más me ha gustado ha sido hacer cabotaje por el Mediterráneo de punta a punta, cada verano, durante más de veinte años. He ido variando los destinos: Sicilia, Las islas Toscanas, Cerdeña, Las islas Pontinas, Las Jónicas, el golfo Sarónico, la costa Dálmata… Al principio buscaba una base apropiada y organizaba un recorrido circular. En los últimos años hacía toda la temporada en etapas, mucho más complicado logísticamente, menos comercial, quizás, pero mucho más divertido.
Al cabo de casi dos años de incertidumbre y repliegue, nos lanzamos a la aventura retomando y ampliando el programa original del año 20. Ahora que, como dice Joan Manuel Serrat «encara tinc força, no tinc l’anima morta i em sento bullir la sang» quiero cumplir el sueño de llegar a Estambul al velero y dar la vuelta completa a los mares griegos, cuna del imaginario colectivo que compartimos los pueblos del Mediterráneo.
Con esta excusa cruzaremos todo el Mediterráneo. Zarpamos pronto, el mes de abril, porque debemos navegar más de 1500 millas náuticas pero, sobre todo porque hay que llegar al norte del Egeo antes de que se establezca el Meltemi, el viento del norte que sopla con fuerza durante los meses de verano entre Grecia y Asia Menor. He planificado las travesías para aprovechar de la mejor manera posible los vientos dominantes del Mediterráneo y minimizar la posibilidad de vientos contrarios en las singladuras más largas pero necesitaremos, también, un poco de suerte, habilidad y paciencia para gestionar situaciones inesperadas. Estamos acostumbrados, es la esencia de los viajes en velero.
Dejaremos, pues, nuestra base de Badalona a principios del mes de abril rumbo a Cerdeña y Sicilia. Me hace mucha ilusión ir hasta las dos islas más grandes del Mediterráneo en plena primavera cuando estarán más verdes que nunca y prácticamente vacías de turistas. Esperamos poder juntarnos a la «passegiatta» en Calasetta, comer cuscus en Trapani y deambular por las callejuelas de Palermo. Cruzaremos el mar Jónico hasta las islas de Ítaca y Cefalonia, comeremos pulpo en la taberna de Iorgos en la pequeña isla de Kalamos y reencontraremos Fofi y Kostas en Mesolonghi, en el golfo de Patrás. Daremos la vuelta al Peloponeso y llegaremos a la Argólida y el Ática. Amarraremos a Zea, el antiguo puerto de la Atenas clásica y base habitual del velero Onas. Doblaremos el cabo Súnion navegando bajo el impresionante templo de Poseidón, si es necesario, haremos un sacrificio para pedir bonanza en el tránsito de los estrechos entre el continente y la gran isla de Eubea, escenarios de épicas batallas entre griegos y Persas como las Termopilas o Maratón. Conoceremos las islas Sporadas, escenario de “Mamma mia” recalaremos en Tesalónica, vislumbraremos de lejos la cima del monte Athos y recalaremos en las tres grandes penínsulas que forman la Calcidia. Visitaremos las islas más verdes del Egeo como Samotracia y Tasos con prisa por entrar en los Dardanelos donde nos cagaremos en la corriente, los vientos contrarios, el intenso tráfico mercante y los pesados trámites fronterizos turcos. Cruzaremos el mar de Mármara hasta llegar, esperamos, como dignos sucesores de los Almogávares hasta la Constantinopla Bizantina que aguantó aún mil años después de la caída del imperio romano de occidente. No esperamos ser nombrados megaduques ni siquiera pachás sólo querremos recalar en la ciudad, hartos de ceñir, cansados y blancos de sal con ganas de pasear, probar el raki y comprar una alfombra.
De vuelta a Grecia pasaremos de nuevo bajo santa Sofía y la mítica Troya rumbo a las Sporadas Orientales y cruzaremos el Egeo hasta las islas Cícladas. Navegaremos de isla en isla en el golfo Sarónico, nos gustaría subir a ver la puesta de sol en el templo de Egina, ver teatro clásico en Epidauros y bañarnos las aguas transparentes de Dokós. Doblaremos el temido cabo Maleas, al sur del Peloponeso y degustaremos las mejores aceitunas de Grecia en Kalamata. En el mar Jónico de nuevo pasaremos por Olympia y las altas islas de Zakhintos y Cefalonia. Veremos la villa de Onassis en Skorpios y, finalmente remontaremos hacia el norte hasta Levkas, la isla blanca y Corfú, donde vivieron los hermanos Durrell.
Sigue molando, ¿verdad?