Comienza la travesía
A las 23h del agente portuario albanés larga implacable las amarras mientras nos despide sonriente. Salimos a mar abierto en la oscuridad de la noche. A toda máquina y con la mayor izada avanzamos muy lentamente contra la marejada levantada por el tormentoso Jugo (el viento del sur). Las luces de la ciudad de Durres desaparecen bajo las nubes iluminados menudo por los relampagos.
El velero se mueve como una coctelera. Excepto quien está de guardia los tripulantes intentan dormir bien falcados en las cabinas, sólo las luces de navegación quedan encendidas. Estoy preocupado, faltan más sesenta millas hasta la bahía de Vlorë, si nos pilla el temporal de poniente anunciado tendremos la costa justo a sotavento, la pesadilla de todos los marineros. Durante toda la noche dudo si venir a Albania ha sido una buena idea.
¡Albania nos espera!
Hemos pasado a menudo cerca de sus costas pero nunca encontrábamos el momento: demasiado complicado, demasiado incierto, demasiado … Este año decidimos que Albania sería el plato principal en la travesía de Dubrovnik en Roma. Así que una vez a bordo toda la tripulación y hechos los preparativos zarpamos hacia el sur aprovechando una «ventana» de buen tiempo y vientos favorables.
Albania o Shqipëria, el país de las Águilas, tal como la llaman con orgullo sus habitantes es una de las naciones más antiguas y maltratadas de Europa. Ellos y su lengua son descendientes directos de los Ilirios, uno de los más importantes pueblos indoeuropeos. Por Albania han pasado griegos, romanos, eslavos y bizantinos entre otros. Estuvo bajo el yugo otomano durante quinientos años. Ha sufrido la dictadura comunista más brutal, aislada y paranoica de Europa y hoy en día a menudo se la relaciona con mafia, corrupción y pobreza.
A primera hora de esta mañana habíamos amarrado en el puerto de Durres, insignificantes y fuera de lugar entre grandes mercantes destartalados. Después de casi veinte y cuatro de travesía teníamos la intención quedarnos unos días a visitar el país. Desgraciadamente el puerto es muy precario y la autoridad portuaria, cordial pero firme, sólo nos ha dejado quedarnos allí hasta las 23h.
A pesar de esto, hemos tenido tiempo para pasear por Durrës e ir en bus hasta la capital, Tirana. Las infraestructuras caducas, la pobreza evidente y los sobrios edificios socialistas contrastan con la cantidad de bares llenos y la amabilidad de la gente que hemos encontrado. Parece que, como dice la guía turística, este es un país que merece una oportunidad.
Poco antes del amanecer el viento rola a poniente sin adquirir fuerza de temporal, ganamos velocidad, la fuerte marejada ordena progresivamente y los gruesos chubascos se van desvaneciendo a lo largo de la mañana. Incluso sale el sol. Entramos en la gran bahía de Vlorë contentos y animados y poco antes del mediodía recalamos en Orikum, la única marina de Albania. Desde aquí intentaremos de nuevo conocer una parte del país.
La marina está bien protegida pero un poco abandonada. Luigi, el director, soluciona los inconvenientes con habilidad meridional. Consigue que tengamos luz, agua, internet y arregla ciento treinta litros de gasóleo para el Onas y una furgoneta con conductor para hacer una excursión.
Al día siguiente Fredi, llega puntual con su reluciente Mercedes negra y dorada. Habla perfectamente el italiano, es chapista y parlamchin. Nos lleva a la zona arqueológica de Apollonia con restos griegos, romanos y bizantinos y a la ciudad medieval de Berat. Uno de los pocos lugares en que el régimen comunista no derribó la arquitectura tradicional. Muy interesante, pero lo que más nos gusta es la ruta. Pronto abandonamos la autopista de la costa y circulamos lentamente esquivando baches, bunkers, vacas y gallinas. Atravesamos poblaciones de aspecto oriental donde todo el mundo parece estar en la calle, casas de campo precarias con pajares tradicionales, campos petrolíferos de los años treinta y plantas industriales semi abandonadas. Y sobre todo, probamos la cocina y hospitalidad albanesas en la fantástica cena y sobremesa en casa la cuñada de Fredi … Faleminderit!
Llegamos a Italia.
Nos hubiera gustado visitar también la Albania profunda de las montañas pero no tenemos suficiente tiempo. Se ha abierto una nueva «ventana meteorológica» que hay que aprovechar. Volveremos.
Al día siguiente, una vez cumplimentada el papeleo de salida del país en el puerto comercial de Vlorë ponemos rumbo a poniente. Cruzamos el estrecho de Otranto con buen viento del través que nos permite navegar rápidos hasta vislumbrar, ya de noche, el faro de Santa María di Leuca, «el talón de la bota de Italia». La vida a bordo recupera el ritmo de alta mar: guardias nocturnas, maniobras en cada cambio de viento, pescar (con bastante éxito: bonitos, caballas, lampugas e incluso un gran calamar que saltó a cubierta …), cocinar a pesar la escora y el movimiento… hasta que dos días más tarde Messina, el gran estrecho que separa Sicilia de la Calabria aparece a proa. Queríamos continuar hacia las islas Eólicas pero los vientos contrarios nos fuerzan a recalar en Milazzo, en la costa norte de Sicilia. Poco antes de llegar los nubarrones se levantarón unos instantes para mostrar el Etna cubierto por las primeras nieves del año, bravo! Después de una larga siesta y una buena ducha comprobamos que la previsión meteorológica para los próximos días es bastante mala. Lo rumiamos un poco y decidimos acercarnos a la costa italiana, donde el viento puede ser más favorable y tratar de llegar lo antes posible a la bahía de Nápoles. Zarpamos por la mañana bajo un aguacero intenso.
Vamos dejando las islas Eólicas por babor, lástima, habríamos querido visitarlas. A medida que ganamos latitud el tiempo mejora y podemos navegar a vela rápidos y bastante cómodos. Pasamos la noche navegando hacia el norte cerca de la costa y por la mañana cruzamos el golfo de Salerno alternando motor y vela en función de la intensidad del viento. Con las últimas luces del día pasamos Bocca Piccola, el estrecho entre la isla de Capri y la costa Amalfitana, y entramos en la bahía de Nápoles. Ya de noche recalamos en Castellamare. Que bien !! nos reciben con fuegos artificiales y unas pizzas.
Habiendo dejado el mal tiempo atrás las últimas etapas de la travesía han sido más fáciles. Paramos en la isla de Procida para tomar un “bianco” en el puertecito de Coricella, bajo las casitas multicolor. Entramos en Terracina, una impresionante ciudad medieval y en Nettuno. Con vientos portantes finalmente llegamos a Ostia, el puerto de Roma, el último día de septiembre.
Por fin vacaciones
Después de cinco meses y cuatro mil millas en octubre hemos hecho vacaciones, que ya tocaba. Ha hecho muy buen tiempo, el veranillo de San Martín o la “Ottobratta Romana”, como dicen los italianos. Hemos vuelto a Barcelona navegando por el norte de Córcega y las islas Hyeres y ya volvemos a estar en Badalona disponibles para salir a navegar.
Interesante vuestro viaje , muchas gracias por la informacion. Yo pienso hacer una ruta parecida para comenzar este mes de Junio , saliendo desde Malaga , en un velero de 35 pies.
No tengo prisa , y lo mismo dejo el barco por esa zona para aprovechar tambien la temporada de 2020 .
Se admiten consejos de vuestra parte , recibir un saludo :
Manuel Ortiz , embarcacion Love-24
Hola Manuel
Nos encantó Albania pero hay que darle un poco de tiempo, no es fácil ni evidente. Disfrutalo
Toni
Buenísimo el post. Saludos.
Gracias Alba. Saludos