Viajar en velero con niños

¡Papi, papi, una medusa, vamos a pescarla!, ¡Ahora me toca a mí llevar el timón!, ¿me puedo bañar ya?, ¿nos das una vuelta en zodiac?, ¡yo quiero bucear!…

La experiencia de navegar con niños es una fantástica aventura.

Mucha gente puede pensar que el viajar en un velero puede ser agobiante y arriesgado cuando va con con niños, pero es una aventura llena de experiencias nuevas para los peques en contacto con la naturaleza y el mar.IMG_5836 Cuando se navega con niños, el ritmo del día a día en el velero cambia. Las navegaciones son más cortas, buscamos playas tranquilas donde darnos un chapuzón, los viajes a la playa con la zodiac no cesan y los paseos a pie o en kayak por las calas se convierten en autenticas rutas de exploradores llegados a un nuevo mundo.

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En ocasiones nos preguntan: ¿a qué edad se puede navegar en un velero?,  y  como tripulación del Onas sugiero: cuando la persona que viene con el niño es capaz de estar relajado y deja que el  niño experimente la sensación de ser un tripulante de verdad.

Hay unos pequeños detalles que ayudan a que todo transcurra con fluidez, y son  que el pequeño sea capaz de desplazarse con seguridad por cubierta y que tenga unas nociones básicas de natación, que sea capaz de mantenerse a flote. El sentido del equilibrio los niños lo tienen bien desarrollado y la necesidad de tirarse al agua no la pueden reprimir.

Un delfín se acerca al barco, la fiesta está garantizada, toda la tripulación se dirige a la proa gritando, llamando la Copia de IMG_4975atención  o señala al horizonte esperando ver cómo salta de nuevo el animal. ¡Un delfín, un delfín viene hacia la proa…!, indescriptible.

Una vez, navegábamos con un grupo  y  había un par de niños, ellos no paraban de observar  y preguntaban por todo lo que les rodeaba. De pronto se dieron cuenta….. ¡el timón se movía sólo!. Con ojos de asombro exclamaron: ¡se mueve, se mueve solo…!.IMG_5969Para mantener su expectación se  les explicó que a bordo había un duende que vivía en la sentina del barco y era el encargado de llevarnos.

El timón con el piloto automático en marcha no se mueve de forma continua, así que se dedicaros durante mucho rato a vigilar la rueda porque cada vez que ésta permanecía quieta ellos creían que el duende se había dormido. Pasaron la mañana despertándolo dando patadas sobre cubierta cada vez que la rueda permanecía quieta. Cuando llegó la noche preguntaron cuando podrían ver al duende, pero al explicarles que era muy vergonzoso y no le gustaba ser visto, se afanaron en preparar un plato de comida que colocaron al pie de la bitácora para que aquel peculiar ser que creían escondido pudiese comer cuando todos nos fuésemos a dormir. El juego duró todo el viaje y cada día se dejaba un plato en la bañera con una ración completa para el timonel vergonzoso.

Al final todos participamos en el juego y se mantuvo la leyenda.

Este año proponemos viajes para grupos con niños en Baleares o Cerdeña, dos preciosos destinos para vevir unas buenas vaciones.