Cuando emprendas tu viaje a Itaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Itacas.

K. P KCavafis

Traducción de pedro Badenas de la Peña

Estamos en la bahía de Vathi, en Itaca, un lugar que intentamos evitar. Cada tarde el viento térmico habitual de las islas Jónicas acelera desde las empinadas laderas de las montañas vecinas convirtiendo el fondeadero en un pequeño infierno.
Los versos de Kavafis suenan alto en los altavoces de la bañera con voz y música de Lluís Llach acompañado discretamente por la tripulación del Onas …

Quan surts per feeer el viatge cap a a itaaaaca, has de pregaaaar…

Si no sabios, suficientemente escaldados ya, aprovechamos que es fin de semana y los veleros alquilados y las inefables flotillas están aún en sus bases para fondear en el único rincón bien protegido de la bahía. Esta vez sí, podremos dejar el Onas unas horas e ir a dar un paseo por la isla.
Itaca no nos engaña: pequeña y muy montañosa es un país áspero y difícil. Cubierto de rocas, olivos, encinas y cipreses. Con pequeños pueblos alrededor de una iglesia y una taberna donde tomar un café griego o un vaso de retsina bajo la parra. Nos encanta

Zarpamos hace casi dos semanas de Mazzara del Vallo, en el suroeste de Sicilia. Navegamos en cortas e intensas singladuras con un potente pero favorable «Maestrale», el viento habitual en esta zona. De puerto en puerto tuvimos suficiente tiempo para subir a la ciudad amurallada de Sciacca y descubrir una versión meridional y salvaje de Romeo y Julieta en las luchas feudales entre los Luna aragoneses y Perollo normandos, visitamos las impresionantes ruinas griegas del valle los templos en Agrigento. Recorrimos las estrechas calles de Licata y fuimos de excursión a la vieja Ragusa bajo la lluvia. Una maravillosa ciudad barroca apiñada en las laderas de una colina escondido en el «dentroterra» siciliano.

Nos hubiera gustado tener un poco más de tiempo para recalar también en Marzamemi donde nos esperaban los familiares de Alberto, pero había que aprovechar las buenas condiciones meteorológicas y zarpar hacia Grecia.

La travesía del mar Jónico es, en principio, la tirada más larga de este verano: casi 350 millas de mar. Después de unos días de mistrales fuertes y lluvias, este año la primavera se ha alargado incluso en Sicilia, los meteorólogos preveían buen tiempo para los próximos tres o cuatro días y vientos favorables pero suaves. Resignados a hacer bastante motor cargamos los depósitos de combustible del velero Onas en Marina di Ragusa y zarpamos hacia levante. Dejamos atrás la Isola della Corrente, el extremo sureste de Sicilia y entramos en un mar Jónico como una balsa de aceite.

Sorprendentemente el viento de poniente fue ganando intensidad y esa misma noche pudimos a navegar a vela con velocidad suficiente. A la mañana siguiente el viento refrescó y roló suficientemente como para trasluchar y poner rumbo directo a Zakintos a más de siete nudos. Excelente
Las dos noches de travesía fueron bastante tranquilas, pendientes de las numerosas barcas de la luz de Sicilia en la primera noche y prácticamente sin vislumbrar ningún barco en la segunda. Las previsiones meteorológicas se cumplieron finalmente y tuvimos que tirar de motor en el último día de travesía, con una mar de fondo un poco incómoda que nos recordaba el inesperado ponente del que habíamos disfrutado en los días anteriores.

Recalamos en Zakintos, la más meridional de las islas Jónicas. Esta es una escala habitual del Onas y una vez amarrados, duchados y listo el «Dekpa» el permiso de crucero de las autoridades griegas fuimos a cenar los primeros tomates rellenos, musaka y dolmades de la temporada en nuestra taberna preferida, mmmm … Ya estamos en Grecia. Esa noche dormimos como troncos y al día siguiente, si dios quiere, llegaríamos a Ítaca …