Onas   a Balears

La vuelta completa a las islas Baleares el mes de junio se ha convertido en un clásico del velero Onas. En mi opinión, ésta es la mejor época para viajar en velero por el Mediterráneo: la meteorología acostumbra a ser buena, hay viento suficiente para navegar a vela, el día es muy largo y las calas y los puertos más populares no están tan apretados como en los meses de julio y agosto.

Así pues, a mediados de este último mes nos encontramos en Badalona, una tripulación heterogénea, con viejos conocidos y caras nuevas, cada uno con unas expectativas diferentes, dispuestos, todos, a compartir una experiencia y un objetivo común: Navegar, pasarlo bien y, a ser posible, dar la vuelta completa a las Islas Baleares. De entrada, se hizo evidente que no era conveniente empezar el periplo, como lo habíamos previsto, por Eivissa. Esperábamos vientos del sur para los primeros días con tendencia a rolar a levante durante la semana siguiente. Si arrancábamos hacia las Pitiusas correríamos el riesgo de tener que dar buena parte de la vuelta con vientos contrarios. No mola nada. Pronto nos pusimos de acuerdo, pondríamos proa a Menorca y ya iríamos viendo…

Rumb a Menorca
Capdolla
Talaiot de Trepucó

.Con el velero Onas recién pintado y cargado con comida, bebida y todo lo necesario para pasar un par de semanas en el mar, a media tarde del 16 de junio salíamos por la bocana del puerto de Badalona. Una vez izadas las velas pusimos proa al norte de Menorca, con el viento del sur en la amura de estribor y el velero ligeramente escorado. Estas condiciones, buenísimas, se mantendrían hasta la recalada en Menorca el día siguiente. Cenamos y se hizó de noche, tarde, son las noches más cortas del año. Empezaron las guardias nocturnas, navegando a vela, en silencio, bajo una impresionante cúpula de estrellas en una noche sin luna, vigilando a los barcos a nuestro alrededor y ajustando mínimamente las velas para mantener la máxima velocidad posible. Delfines y calderones vinieron a jugar a nuestra proa después del amanecer y a media mañana divisamos la isla Blanca… Tiiieeeerraaaaa!!!!

Anclamos cerca del antiguo puerto fenicio de Sa Nitja, muy cerca del cabo de Cavalleria, para darnos los primeros chapuzones de la temporada y estrenar los juguetes hinchables. Por la noche aprovechamos las últimas rachas de los vientos térmicos para entrar a vela en Fornells y disfrutamos de la calma nocturna en esta gran bahía donde dormimos como angelitos. Con toda la información meteorológica discutida y analizada, tomamos la decisión de dejar las fiestas de Ciutadella por otra ocasión y persistir en dar la vuelta a Baleares. Desde la Isla de Colom, pues, arrumbamos a la profunda bahía de Maó donde dejamos pasar la levantada, compramos queso, gin Xoriguer y abarcas. Zarpamos, un par de días más tarde, hacia Mallorca en un día gris, con la característica marejada del viento de levante. Pasamos los siguientes días navegando por la costa este de Mallorca con escalas en Cala Moltó, salvaje y de aguas turquesas, en la acogedora bahía de Porto Colom y en la gran playa de Es Trenc, ya al sur de la isla. El día de la verbena de Sant Joan tuvimos que recalar en Palma para solucionar un problema técnico. No fue una escala prevista, quisiéramos haber llegado a Cabrera, pero la tripulación se adaptó con alegre resignación al principio y con entusiasmo final. Gracias!!! El paseo por el casco antiguo y el impresionante correfoc en el parque de Mar fueron uno de los momentos más álgidos e inesperados de esta travesía 

alba
veler Balears
veler Balears

Al día siguiente, temprano, dejamos de las impresionantes instalaciones del varadero de Palma y pusimos proa a Eivissa en una calma bastante adecuada para rehacernos de los excesos de la noche anterior. Sin embargo, poco a poco se fue estableciendo un agradable xaloc que nos permitió detener el motor y hacer el resto de la travesía a vela, hasta el solitario Clot des Llamp, un fondo de arena bien protegido, al pie de los impresionantes acantilados de la costa norte de Eivissa. Cocinamos un arroz negro a bordo y fuimos a dormir temprano. Al día siguiente, después de desayunar levantamos ancla y pasamos entre la isla de Tagomago e Ibiza en rumbo hacia Formentera. Bordo a bordo nos fuimos acercando a la gran playa de Tramuntana que pese al dicho “s’homo pobre no té amics ni Tramuntana abrics” con vientos de poniente, poco habituales, se puede anclar sobre unas aguas clarísimas lejos de las aglomeraciones y del temporal aparente provocado por el incesante paso de todo tipo de artefactos flotantes pilotados por cretinos, borrachos o drogados. En la sobremesa de después de cenar, en una tranquilidad absoluta, decidimos acelerar nuestro paso por las Pitiusas y añadir una nueva escala a esta “vuelta a las islas Baleares”: Nos desviaríamos un poco en la travesía de regreso a casa para intentar fondear en el gran cono volcánico de las islas Columbretes. El día siguiente cruzamos los Freus entre Formentera e Ibiza, sin demasiado tráfico a esas horas de la mañana, y pusimos proa en Es Vedrà el gran islote en el suroeste de Eivissa. Con el viento en la popa fuimos encadenando trasluchadas hasta recalar en la gran bahía de Sant Antoni, tratando de obviar el desarrollo urbanístico salvaje y el maltrato del Club Náutico, para ir a cenar a Can Berri Vell con Héctor y Arantxa, un oasis de buen rollo familiar en medio del ruido enloquecido de la isla.

Rumb a Eivissa
Veler Balears
Travessa en veler

A pesar de la cena, el vino y las hierbas zarpamos de madrugada hacia las Columbretes. Pudimos navegar unas cuantas horas a vela pero fue una travesía azarosa, bochornosa y pesada hasta que entramos, a última hora de la tarde en el impresionante cráter de la Illa Grossa para pasar la noche. Dormimos como ctroncos a pesar de los gritos atronadores de las pardelas que en esta época del año crían aquí. Al día siguiente, en la última etapa de esta travesía, zarpamos después de desayunar tranquilamente rumbo al cabo de Tortosa, la punta del delta del Ebro. Pese a los pronósticos de calmas, pronto se estableció un xaloc suficiente para navegar a vela a buena velocidad, sin pasar calor y con un mar casi en calma. Delicioso. Dejamos por estribor la vergonzante plataforma Castor que provocó una ola de terremotos en la zona y que pagamos entre todos… Privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. Urquinaona cada semana!!! Por la noche, a través de Tarragona tuvimos que poner en marcha el motor y continuar navegando chino chano hasta recalar a punta de día en Badalona y completar, un año más, la vuelta completa a las Islas Baleares.

Creo que desembarcamos todos suficientemente satisfechos y contentos. Seguro que no se cumplieron todas las expectativas y el viaje fue diferente a lo que nos habíamos imaginado cada uno de nosotros, como lo son siempre los viajes en velero: originales, inciertos, diferentes.

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